La Odisea (Luis Segalá Y Estalella)/Canto III

Al igual que la mayoría de trufas comestibles requiere de suelos calizos y lluvia y un largo verano que durante el cuál aumenta su volumen y carnosidad. El Este de España poseía una superficie importante de encinares silvestres sobre suelos calizos y muchas de estas zonas rurales eran explotadas y manejadas para el pastoreo, extracción de carbón y leñas. Este banco solo descubre en su totalidad con las aguas vivas, levantando su centro información sobre trufas el nivel de baja mar 1 metro 3 decímetros. A fin de desquitarse, el inteligente, el sociólogo, el enciclopédico, y siempre que la frívola conversación de las dos damas permitíalo, procuraba ahora demostrarle su conocimiento de los modernos problemas agrícolas al director general, con motivo de los campos que cruzaban. Á todos les placía tal propósito, menos á Juno, á Neptuno y á la virgen de los brillantes ojos, que odiaban como antes á la sagrada Ilión, á Príamo y á su pueblo por la injuria que Alejandro infiriera á las diosas cuando fueron á su cabaña y declaró vencedora á la que le había ofrecido funesta liviandad. En la profunda gruta halló á Tetis y á otras muchas diosas marinas que la rodeaban: la ninfa, sentada en medio de ellas, lloraba por la suerte de su hijo, que había de perecer en la fértil Troya, lejos de la patria.

Ahora, que ha perecido, no os atrevéis á salvar el cadáver y ponerlo á la vista de su esposa, de su madre, de su hijo, de su padre Príamo y del pueblo, que al momento lo entregarían á las llamas y le harían honras fúnebres; por el contrario, oh dioses, queréis favorecer al pernicioso Aquiles, el cual concibe pensamientos no razonables, tiene en su pecho un ánimo inflexible y medita cosas feroces, como un león que dejándose llevar por su gran fuerza y espíritu soberbio, se encamina á los rebaños de los hombres para aderezarse un festín: de igual modo perdió Aquiles la piedad y ni siquiera conserva el pudor que tanto favorece ó daña á los varones. Acompáñele un heraldo más viejo que él, para que guíe los mulos y el carro de hermosas ruedas y conduzca luego á la población el cadáver de aquel á quien mató el divino Aquiles. Mas Aquiles, después que quitó al divino Héctor la dulce vida, ata el cadáver al carro y lo arrastra alrededor del túmulo de su compañero querido; y esto ni á aquél le aprovecha, ni es decoroso.

Los hijos, sentados en el patio alrededor del padre, bañaban sus vestidos con lágrimas; y el anciano aparecía en medio, envuelto en un manto muy ceñido, y tenía en la cabeza y en el cuello abundante estiércol que al revolcarse por el suelo había recogido con sus manos. El Olímpico te manda rescatar al divino Héctor, llevando á Aquiles dones que aplaquen su enojo; ve solo y ningún troyano se te junte. Ni la idea de la muerte ni otro temor alguno conturbe su ánimo; pues le daremos por guía al Argicida, el cual le llevará hasta muy cerca de Aquiles. Bueno es que goces del amor con una mujer, pues ya no vivirás mucho tiempo: la muerte y el hado cruel se te avecinan. Desechemos la idea de robar el cuerpo del audaz Héctor; es imposible que se haga á hurto de Aquiles, porque siempre, de noche y de día, le acompaña su madre.

Tía querida, aquí tiene usted el dedal de mi madre que yo guardaba religiosamente, dijo Carlos ofreciendo un bonito dedal de oro a la señora Grandet, que hacía más de diez años que deseaba tener uno. 141 De este modo, dentro del recinto de las naves, pasaban de madre á hijo muchas aladas palabras. Pero Héctor fué mortal y dióle el pecho una mujer; mientras que Aquiles es hijo de una diosa á quien yo misma alimenté y crié y casé luego con Peleo, varón cordialmente amado por los inmortales. Ve en seguida al ejército y amonesta á tu hijo. Todos los dioses presenciasteis la boda; y tú pulsaste la cítara y con los demás tuviste parte en el festín, ¡ 55 Respondióle irritada Juno, la de los níveos brazos: «Sería como dices, oh tú que llevas arco de plata, si á Aquiles y á Héctor los tuvierais en igual estima. No será el mismo el aprecio en que los tengamos; pero Héctor era para los dioses, y también para mí, el más querido de cuantos mortales viven en Ilión, porque nunca se olvidó de dedicarnos agradables ofrendas.

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